Las neoplasia mamaria canina es una enfermedad que frecuentemente tratamos en la clínica.
La incidencia ha bajado en los últimos años, también varía mucho de unas zonas a otras y entre países, siendo muy baja en las poblaciones en las que se realiza una castración temprana (antes del primer celo).
Todos tenemos claro que ante una neoplasia mamaria lo primero que hay que hacer es cirugía, pero a veces tratamos a estos pacientes como pacientes quirúrgicos, no como pacientes oncológicos. Es verdad que la cirugía es el tratamiento que mayor esperanza de vida nos aporta pero debería realizarse un enfoque global y la cirugía más adecuada para cada caso para que esto sea así.
Lo ideal sería hacer un abordaje más amplio de la paciente, para que cuando llegue el diagnóstico de anatomía patológica no nos llevemos sorpresas y tengamos que volver atrás.
Cuando detectamos un tumor mamario en una hembra tenemos que realizar una serie de pasos antes de decidir qué cirugía realizar.
Lo primero que debemos hacer es una exploración exhaustiva de todas las mamas para detectar más nódulos y medir todos los que nos encontremos. Una vez realizada esta exploración, es importante descartar metástasis a distancia, por lo que deberemos realizar radiografías torácicas en dos o tres posiciones y ecografía abdominal para valorar el estado de los linfonodos inguinales y la presencia de posibles metástasis en el hígado (deberíamos realizar punción ecoguiada de cualquier lesión sospechosa para citología).
Ya tenemos claro el estado TNM de nuestra paciente (es decir,tamaño del tumor, metástasis a linfonodo (si es visible) y metástasis a distancia). Vamos a programar entonces la cirugía y el cirujano deberá decidir si realiza mastectomía parcial o unilateral (en función de la localización del tumor y los drenajes linfáticos). Cada vez se tiende más a realizar cirugías de la cadena mamaria completa, porque se previenen futuras apariciones, pero aún existen diferentes teorías al respecto. Lo ideal sería que la cadena se extirpe con el ganglio correspondiente y que éste también se remita a anatomía patológica.
Respecto a realizar ovariohisterectomía en el momento de la cirugía, salvo que haya una contraindicación por otra causa, está recomendada. Hay estudios en los que se asocia un mayor tiempo de supervivencia a las perras con carcinoma a las que se le ha realizado (o a las que se le hizo en los dos años anteriores a padecer el tumor mamario).
Deberemos realizar análisis histológico de todas las masas extirpadas (siempre que sea posible también del ganglio correspondiente).
Es cuando recibimos nuestro resultado de histología, cuando decidimos si además de la cirugía, nuestra paciente necesita quimioterapia adyuvante.
Para ello, deberemos tener en cuenta los siguientes factores asociados al pronóstico en los perros a la hora de decidir si nuestra paciente necesita un tratamiento posterior:
- Neoplasias menores de 3cm tienen mejor pronóstico.
- Metástasis a distancia o a linfonodos tiene, como es normal, están asociadas a peor pronóstico.
- Los carcinomas de alto grado tienen mayor riesgo de recidivas o metástasis a distancia que los de bajo grado.
- Los márgenes incompletos tras la cirugía, son un factor pronóstico negativo.
- Los tumores ulcerados suelen tener en general peor pronóstico, así que tendremos que ser más exhaustivos con el tratamiento.
Tanto si sólo hacemos cirugía, como si añadimos más tratamientos adyuvantes, lo que sí necesitaremos es un plan de vigilancia para detectar metástasis o recidivas durante los próximos dos años: vigilancia de las mamas, radiografías torácias y ecografía abdominal en función del caso clínico. Es el conjunto de actuaciones las que harán que cuando tratemos una neoplasia mamaria canina tengamos los mejores resultados posibles, con mayores tiempos de supervivencia.
Como siempre, si tenéis un caso en el que os surgen dudas y necesitáis consultarnos, podéis solicitar nuestro servicio de oncología presencial, online o por videoconferencia.